Internet siempre ha sido anarquista, así que los anarquistas deben aprender a hacerse responsables de su funcionamiento

El principio fundamental del anarquismo es la resistencia a un Archos, "amo" en griego. Abogar por el anarquismo es posicionarse en oposición a un amo, es decir, reivindicar el derecho fundamental a la autodeterminación, la autonomía y la libertad frente a un sistema centralizado de control (especialmente coercitivo). Actuar anárquicamente significa actuar con independencia de un amo. No significa actuar de forma descoordinada o desorganizada, ni significa siempre una ausencia total de responsabilidades estratificadas, más comúnmente conocidas como "jerarquía".

Internet es anarquista porque lo anterior no sólo describe el funcionamiento real de los protocolos básicos de red de Internet, como Ethernet y TCP/IP, sino también las intenciones originales de sus diseñadores. Cuando Bob Metcalfe inventó Ethernet en los años 70, diseñó intencionalmente este estándar de redes para que funcionara de forma anárquica. A diferencia de tecnologías competidoras de la época, como Token Ring, en la que los participantes se cedían unos a otros en función de quién tuviera todo el poder para hablar en ese momento (el titular del "token" de la red), la Ethernet de Metcalfe permitía intencionalmente que cualquier dispositivo participante dijera cualquier cosa en la red en el momento que quisiera. Las colisiones y conflictos se gestionaban de forma independiente, por los dispositivos individuales que creaban el conflicto a través de un simple conjunto de regla (acceso múltiple con detección de colisiones por sentido de la portadora, o CSMA/CD), un proceso no mediado por controladores externos.

Muchos ingenieros creían que este enfoque era demasiado caótico para tener éxito. ¿Cómo podría funcionar un sistema de coordinación sin un centro de mando? Sería pura anarquía.

Hoy en día, todas las conexiones a Internet, las redes locales, los enlaces telefónicos, los centros de datos y las señales Wi-Fi de los computadores utilizan Ethernet. El enfoque anarquista resultó ser más sencillo, más eficiente y, en última instancia, más exitoso. Esto no es ninguna sorpresa para ningún anarquista practicante, aunque muchos anarquistas practicantes todavía no reconocerán el anarquismo en acción cuando publiquen su próximo Tweet.

La mayoría de las personas, incluida – y podría decirse que especialmente– la mayoría de los tecnólogos digitales, pueden entender intuitivamente los principios de la coordinación anárquica. Existen innumerables ejemplos de tecnologías modernas –con nombres como "algoritmos de consenso", "gestión de contenedores" y "tecnología de contabilidad distribuida" (como "blockchain")– que, cuando uno se detiene a examinarlas, son enfoques fundamentalmente anárquicos para resolver problemas complejos en entornos con diversos grados de confianza entre los participantes.

Las herramientas de gestión de contenedores a gran escala como Kubernetes, un invento de Google1, funcionan principalmente gracias a un conjunto de componentes coordinados, cada uno con responsabilidades muy específicas organizadas horizontalmente, que actúan de forma autónoma unos de otros, limitándose a responder a los cambios en su entorno a medida que se producen. El propio Registro de Transparencia de Certificados (Certificate Transparency Logs, CTL) de Internet, que audita la emisión de certificados de seguridad de sitios web como los que Let's Encrypt ofrece gratuitamente a los propietarios de sitios web, es una base de datos de consenso distribuida masivamente y gestionada por muchas organizaciones independientes que utiliza la misma tecnología subyacente que Bitcoin. Las columnas vertebrales de la propia Internet, como el Sistema de Nombres de Dominio (Domain Name System, DNS) y el Protocolo de Puerta de Enlace de Frontera (Border Gateway Protocol, BGP), son sistemas delegables en los que cualquiera puede participar en cualquier momento, simplemente conectando a Internet un ordenador con software libre y de código abierto y reclamando la responsabilidad sobre una nueva región autónoma, denominada "dominio" en la jerga del DNS o "número de sistema autónomo" (ASN) en el lenguaje del BGP.

Para los recién iniciados, todo esto parece extraordinariamente frágil. Y sin embargo, de alguna manera, Internet ha demostrado ser sorprendentemente resistente. Pero la mayoría de los tecnólogos no son capaces de ver los paralelismos entre su amada tecnología y el punto de vista anarquista, en gran medida porque sencillamente no dedican gran parte de su tiempo a pensar en la organización social o la política. Al menos, no más allá del próximo ciclo electoral de cuatro años.

Esto debe cambiar. Y vamos a cambiarlo.

¿Cómo? Este cambio no se producirá a través de la proliferación de bootcamps de código2 o iniciativas de "aprender a codificar". No ocurrirá a través de campañas de diversidad patrocinadas por la industria tecnológica y centradas en ella. Los tecnólogos, como la mayoría de las personas en una posición social cómoda y económicamente privilegiada en una estratificación de clases, no suelen estar dispuestos a examinar sus prejuicios ni a cambiar su visión del mundo. Es poco razonable y estratégicamente tonto pedirles que lo hagan.

Sencillamente, el coste de radicalizar a los tecnólogos es enorme. Cambiar la visión del mundo de un individuo es una tarea muy ardua. Como estrategia en general, es un fracaso. La "batalla por los corazones y las mentes" no es una batalla que merezca la pena librar, al menos no directamente, porque lo que cambia los corazones y las mentes no es la razón, sino la experiencia. No se trata recitar de memoria datos sobre el presente, sino de emprender acciones que inspiren la imaginación sobre el futuro. No se trata de entablar debates, sino de realizar cambios concretos en las circunstancias materiales de alguien.

Por otra parte, el coste de formar a radicales en la moderna tecnología de la información es insignificante. Por supuesto, también es difícil, pero no es tan difícil aprender un nuevo conjunto de habilidades como lo es tener visión del mundo totalmente nueva y un paradigma diferente. Como estrategia en general, "tecnificar a los radicales" tiene un potencial ilimitado, mientras que "radicalizar a los técnicos" ha demostrado ser una desastrosa pérdida de tiempo.

El panorama activista actual es muy diferente del de los días de las marchas por los derechos civiles, el Movimiento contra la Guerra o incluso el Movimiento contra la Globalización anterior al 11-S. Si queremos atravesar este terreno diferente, necesitamos un tipo de vehículo distinto.

No se trata de una idea especialmente nueva. Algunos recordarán las Guerras Criptográficas de los años '80 y '90, en las que los gobiernos reservaban la tecnología de encriptación únicamente para uso militar. El cypherpunk y la primera cultura hacker surgieron de esta época. Pero ni el cypherpunk ni las comunidades hacker eran particularmente anarquistas, ni en la ideología ni en la práctica. En su lugar, importaron y reflejaron en gran medida ideas dominantes como los estereotipos de género, clasistas y racistas, y pasaron la mayor parte de su tiempo imaginándose ingenuamente en una lejana utopía en la que la mera existencia de tecnologías basadas en métodos anárquicos conduciría inevitablemente a una reforma de la sociedad con igualdad y justicia para todos, incluso cuando la realidad se volvía cada vez más hacia distopías de pesadilla.

En general, los hackers técnicamente cualificados se envolvieron en el brillo de sus terminales del mismo modo que los políticos se envuelven en las banderas de sus países. Ignoraban las fuerzas de la industrialización que recentralizaban Internet y la convertían en enormes centros comerciales digitales como Facebook. Cuando,varias décadas más tarde despertaron de sus ensoñaciones alimentadas por la nostlagia, su mundo había sido colonizado y sus camaradas serían considerados delincuentes en virtud de leyes como la Computer Fraud and Abuse Act promulgada una década después, o antes. A pesar de excepciones famosas como el fundador de The Pirate Bay, Peter Sunde, la primera generación de hackers fracasó porque no reconocieron ni centraron la importancia de los principios anarquistas que subyacen a las mismas tecnologías que trataron erróneamente como inherentemente liberadoras.

Si hubieran traído consigo una lente más explícitamente anarquista, habrían reconocido que ni la anarquía ni la liberación son estados que puedan ser descritos por sus máquinas estatales, sino que son procesos constantes en los que los individuos deben actuar repetidamente para reafirmar su resistencia contra la formación de un Archos.

Hoy en día esto significa que los anarquistas políticamente conscientes deben asumir la responsabilidad de la operación y administración de las redes interconectadas de comunicación, si no también de la propia Internet –con I mayúscula–, con el fin de garantizar que el fascismo sea constantemente rechazado. Esto va más allá de "no dar tribuna" a los fascistas o de codificar la próxima hiper-publicitada app, plataforma de red social, o mensajería encriptada. Todo esto no es suficiente. No al largo plazo.

En su lugar, los anarquistas debemos ser capaces de llevar físicamente el cable de red de un barrio a otro. Debemos aprender a administrar nosotros mismos las funciones críticas de Internet, como el Sistema de Nombres de Dominio (DNS), independientemente de los proveedores comerciales. Debemos trabajar para reducir, en lugar de aumentar, las operaciones masivas de los centros de datos y ubicarlos físicamente en las comunidades que dependen de ellos en lugar de al otro lado del mundo, exactamente por la misma razón que debemos abolir los departamentos de policía cuyas patrullas son a menudo dirigidas por personal que no vive en el barrio que son responsables de vigilar.

Se trata de mucho trabajo, pero no tanto como podría pensarse en un principio. Lo mejor de todo es que los recursos que realmente requiere en términos de dinero y equipamiento son mínimos y cada vez más ubicuos. Tampoco es necesario escribir nuevo código ni crear nuevas aplicaciones para hacerlo realidad. Ya tenemos toda la materia prima que necesitamos para hacer el trabajo. Lo único que nos falta es un compromiso más amplio por parte de los propios anarquistas.

En la ciudad de Nueva York, varios colectivos anarquistas y anarco-autonomistas han ido convergiendo lentamente para proporcionar servicios de apoyo tecnológico y de infraestructura digital a organizaciones antifascistas, antirracistas y anticapitalistas de forma repetible y reproducible. Estos servicios van desde la formación informática para activistas y grupos de defensa hasta la asistencia directa con componentes digitales de los esfuerzos de defensa, e incluso auditorías privadas sobre la postura ante la seguridad de un aliado, cuando se solicita.

Algunos grupos, como Anarcho-Tech NYC, son organizaciones dirigidas exclusivamente por voluntarios que operan sin ningún tipo de licencia o reconocimiento legal y con un presupuesto financiero intencionadamente lo más cercano posible a cero.

Otros, como Tech Learning Collective, ofrecen con frecuencia formación técnica gratuita, por donación y de bajo coste a comunidades y organizaciones desatendidas que promueven causas de justicia social en un esfuerzo por ayudar a financiar proyectos de bien social radical y, al mismo tiempo, "capacitar" a estudiantes políticamente motivados y tecnológicamente curiosos. Tech Learning Collective es una escuela tecnológica basada en el aprendizaje y en la seguridad, fundada y gestionada exclusivamente por tecnólogas –queer y mujeres– radicales, que imparte clases virtuales (a distancia/en línea) de informática sobre temas que van desde la alfabetización informática básica hasta las mismas técnicas ofensivas de piratería informática utilizadas por las agencias nacionales de inteligencia y las potencias militares.

Junto con grupos comunitarios centrados en la tecnología, como Shift-CTRL Space, que pone en contacto a organizadores locales de base con recursos gratuitos sobre tecnología, esta creciente "coalición arco iris digital", centrada en una serie de infraestructuras de tecnologías de la información y telecomunicaciones e iniciativas educativas, está demostrando cómo tener un impacto enorme en la organización antifascista del siglo XXI.

Como anarquistas, nos gusta decir que otro mundo es posible. La verdad es que otro mundo ha estado aquí todo el tiempo. Está en la palma de nuestra mano cada vez que leemos un texto de nuestros amigos. Todo lo que tenemos que hacer es aprender cómo funciona realmente.

Footnotes

1 Kubernetes fue diseñado por Google el 2014, liberado el 2015 y donado a la Cloud Native Computing Foundation, parte de la Linux Foundation.

2 Los coding bootcamp son programas intensivos para el aprendizaje de informática